Hoy no tengo versos ni rimas...les comparto la experiencia de la noche del 28 de mayo, 08. Había dudado en publicarlo en el blog, pero ya que hoy no hay ni lágrimas ni lluvia, finalmente decidí a hacerlo porque sin duda, llorar no es una experiencia exclusiva.
Hubo una noche...Hubo una noche en que me llamó la soledad y respondí a su voz. Llovía escasamente y se asomaron sólo cinco (5) estrellas en el oscuro cielo que parecía más inmenso y lejano que nunca. El eco del dolor retumbaba por todo mi espacio confundiéndose con mi latir. Atravesé la cerca de uno de los corrales y senté mi cuerpo y mi ánimo bajo un flamboyán sin flores, acompañada por la curiosidad de los caballos.
El llanto del cielo se cruzó con mis lágrimas…lloré y lloré mas. El claustro de la noche simulaba no tener prisa ante mi presencia y ni una sola hoja de los árboles se movía como expectantes ante mi congoja. Seguía la lluvia débil y yo, continuaba llorando…
Gipsy, la yegua madre, se acercó reverente en un gesto de solidaridad con mi lamento y no se movió de mi lado. En agradecimiento, me abracé fuerte a su robusto cuello pegando mi cabeza a ella sin parar de llorar y con la inequívoca sensación de que me entendía. Mientras que Mambo, el caballito niño (14 meses) me invitaba a reaccionar jugueteando con mi ropa empapada.
Tras un prolongado silencio absoluto y un impetuoso agotamiento, me despedí de la soledad que me asolaba y traspasé la oscuridad.
¡Hubo una noche…anoche!
Foto y escrito
©YGC/AMORA
Este escrito lo compartí con algunas amistades cercanas y con Emilio de España, con quien he hecho lazos de amistad por medio electrónico y a través del club literatura.poesía y a quien no conozco personalmente pero le tengo mucho cariño y respeto. El gran Emilio me contestó de esta peculiar manera que comparto también hoy:
¿ Que ocurre mi bella niña,
que en esa noche sin Luna
empapada de la lluvia
vas buscado en tus caballos
ese beso de aceituna ?.
Negra yegua que en la noche
te consuela de tus penas,
con llanto de Macarena
y gemidos en derroche.
Gipsy, cuida de su dueña,
mientras su dulce retoño
-que solo tiene un otoño-,
se revuelca por la hierba.
Alegra tu cara, Yeli,
que la aurora ya despierta,
te dara las ilusiones
de tu potrillo y tu yegua.
Emilio
www.emedinam.blogspot.com